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Más allá del unicornio: por qué las startups «camello» (rentables y resistentes) son el verdadero futuro del ecosistema español

Más allá del unicornio: por qué las startups "camello" (rentables y resistentes) son el verdadero futuro del ecosistema español

El universo de las startups en España ha vivido durante la última década bajo el hechizo de una criatura mítica: el unicornio. La obsesión por encontrar esa compañía emergente valorada en más de mil millones de dólares ha marcado la hoja de ruta de inversores, emprendedores y medios de comunicación, creando una narrativa de éxito basada en el crecimiento a cualquier precio. Sin embargo, en la resaca de esa fiesta de dinero fácil y valoraciones infladas, una nueva estirpe de empresa emerge con una fuerza arrolladora, una especie mucho más adaptada a los vientos de incertidumbre que soplan en la economía global y que está destinada a dominar el paisaje.

Se trata de un cambio de mentalidad profundo, un giro copernicano que está calando en el ecosistema emprendedor español. La fascinación por el crecimiento explosivo y la quema de capital descontrolada está dando paso a un anhelo por la sostenibilidad y la eficiencia. Ya no se trata de construir castillos en el aire financiados con rondas de inversión cada vez más grandes, sino de levantar negocios sólidos con los pies en el suelo. Es la era de las «startups camello», empresas resistentes y rentables que priorizan la supervivencia a largo plazo sobre el brillo efímero del éxito fulgurante, y su filosofía está llamada a ser el verdadero motor del futuro.

LA FIEBRE DEL UNICORNIO: CRÓNICA DE UNA OBSESIÓN POCO RENTABLE

LA FIEBRE DEL UNICORNIO: CRÓNICA DE UNA OBSESIÓN POCO RENTABLE

Durante años, el mantra en el mundo tecnológico fue «crece o muere». Los fondos de capital riesgo inyectaron cantidades ingentes de dinero en jóvenes compañías con la única exigencia de que captaran usuarios a un ritmo vertiginoso, sin importar las pérdidas. Se glorificó la figura del fundador visionario que levantaba cientos de millones y se celebraban las valoraciones astronómicas como el máximo símbolo de triunfo. Este modelo, importado directamente de Silicon Valley, creó una cultura donde la rentabilidad era un objetivo secundario, algo que ya se alcanzaría en un futuro lejano, una vez se hubiera conquistado el mercado.

El problema de esta estrategia es su extrema fragilidad. Cuando el grifo de la financiación se cierra o las condiciones económicas se endurecen, estos gigantes con pies de barro se desmoronan con una facilidad pasmosa. Lo hemos visto en los despidos masivos, en las caídas abruptas de valoración y en la desaparición de muchas startups que parecían invencibles. La búsqueda incesante del unicornio nos ha dejado una valiosa lección: el crecimiento financiado con pérdidas constantes no es sostenible y, a menudo, es solo una forma sofisticada de vender humo, una burbuja que tarde o temprano acaba por estallar, dejando un reguero de proyectos fallidos y capital quemado.

EL DESIERTO ENSEÑA A SOBREVIVIR: NACE LA ‘STARTUP’ CAMELLO

En contraposición a la mítica figura del unicornio, emerge el camello. Este animal, capaz de atravesar los desiertos más áridos con recursos mínimos, es la metáfora perfecta para el nuevo tipo de empresa que se está abriendo paso. Una «startup camello» es aquella que, desde su concepción, se enfoca en la eficiencia del capital y en la búsqueda de un modelo de negocio rentable a corto o medio plazo. No desprecia el crecimiento, pero lo supedita a la sostenibilidad y a la capacidad de generar sus propios recursos para sobrevivir, sin depender de las constantes inyecciones de capital externo.

La principal diferencia radica en la mentalidad. Mientras el unicornio galopa desenfrenado quemando efectivo, el camello avanza a un ritmo constante y medido, gestionando su «agua» (su capital) con una prudencia extrema. Estas empresas son resistentes por diseño, preparadas para soportar largas travesías por el «desierto» de las crisis económicas o las sequías de inversión. La crisis financiera, la pandemia y la actual coyuntura de inflación y tipos de interés altos han sido el caldo de cultivo perfecto para que estas startups demuestren su valía, demostrando que la resiliencia es un activo mucho más valioso que una valoración inflada.

MÁS REALISMO, MENOS HUMO: EL ECOSISTEMA ESPAÑOL APUESTA POR LO SEGURO

Históricamente, el ecosistema inversor español ha sido más conservador y averso al riesgo que el anglosajón. Lo que durante años se vio como una desventaja que nos alejaba de las grandes ligas de la innovación, se ha revelado ahora como una fortaleza inesperada. Esta prudencia ha fomentado de manera natural la aparición de un tipo de emprendedor más centrado en la viabilidad del negocio que en las métricas de vanidad, un caldo de cultivo ideal para el florecimiento de las «startups camello». En España, siempre ha sido más difícil conseguir financiación, lo que ha obligado a las empresas a ser más creativas y eficientes para sobrevivir.

Esta cultura de la austeridad y el ingenio está ahora en perfecta sintonía con el sentir del mercado global. Los inversores, escarmentados por los excesos del pasado, buscan ahora proyectos con fundamentos sólidos, equipos que sepan gestionar un presupuesto y un camino claro hacia la rentabilidad. Las startups españolas, acostumbradas a operar en este entorno, juegan ahora con ventaja. Ya no se trata de imitar el modelo de Silicon Valley, sino de reivindicar un modelo propio, más pragmático y sostenible, que se está convirtiendo en un referente de sensatez en toda Europa. El realismo, por fin, está de moda.

EL DOMADOR DEL CAMELLO: UN NUEVO PERFIL DE EMPRENDEDOR

EL DOMADOR DEL CAMELLO: UN NUEVO PERFIL DE EMPRENDEDOR
Fuente Freepik

El auge de las «startups camello» trae consigo un nuevo arquetipo de fundador. Se aleja del perfil de «rockstar» tecnológico, carismático y grandilocuente, para dar paso a un líder más discreto, analítico y con un profundo conocimiento de la gestión empresarial. Este nuevo emprendedor no está obsesionado con las portadas de las revistas, sino con las métricas que de verdad importan: el coste de adquisición de cliente, el valor de vida del cliente y, sobre todo, los márgenes de beneficio. Es un perfil que combina la visión de negocio con una capacidad de ejecución implacable y una disciplina financiera a prueba de bombas.

Esta filosofía impregna toda la cultura de la empresa. En las startups camello, el ambiente no se define por las mesas de ping-pong o los grifos de cerveza gratis, sino por una cultura de responsabilidad, eficiencia y enfoque en el cliente. Son equipos más pequeños, más ágiles y donde cada euro invertido se mide y se justifica. No se trata de trabajar menos, sino de trabajar de manera más inteligente, optimizando cada proceso y recurso para maximizar el impacto con la mínima inversión posible. Es una vuelta a los fundamentos del buen hacer empresarial, adaptados a la era digital.

EL FUTURO SERÁ UNA CARAVANA (O NO SERÁ): POR QUÉ LOS CAMELLOS MARCARÁN EL RUMBO

El entorno macroeconómico actual, con la inflación al alza y el fin de la era del dinero barato, es el hábitat natural del camello y un terreno hostil para el unicornio. La disponibilidad de capital riesgo se ha reducido y los inversores exigen ahora pruebas tangibles de viabilidad antes de firmar un cheque. En este nuevo paradigma, la capacidad de sobrevivir sin rondas de financiación constantes no es una opción, es una obligación. Las startups que no sean capaces de adaptarse a esta nueva realidad, aquellas que sigan ancladas en el modelo de crecimiento a toda costa, corren un serio peligro de extinción.

El futuro del ecosistema español no pasa por la caza de un único y esquivo unicornio, sino por la construcción de una robusta y nutrida caravana de camellos. Un tejido empresarial formado por cientos de compañías rentables, sostenibles y resistentes, capaces de generar empleo de calidad y riqueza real de forma continuada. Este es el verdadero camino hacia la madurez y la consolidación internacional. Puede que sea un camino menos glamuroso, pero es infinitamente más sólido y prometedor para construir una economía innovadora que perdure en el tiempo. La era del camello no ha hecho más que comenzar.

Fundación Marqués de Oliva
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